Mi séptima semana

El miércoles pasado cumplí oficialmente siete semanas… ¡siete! ¿Soy un tío grandullón ya o no? 😀

Comenzamos mi séptima semana yendo al médico que me había estado viendo a mí cuando yo estaba todavía en la barriguita de mamá, el Dr. Vizcaíno, aunque esta vez no quería verme a mí, sino a mamá… ¿raro, verdad? ¡Y yo que pensaba que era mi médico! Pero mientras mamá estaba en la consulta y yo me estaba dando una vuelta por la calle con papá, me explicó que el doctor tenía que ver a mamá para asegurarse de que después de salir yo todo estaba bien en su cuerpo. Al salir, mamá nos contó que el médico le había hecho unas pruebas, le había mandado análisis y otras pruebas y que tendría que volver en un mes para poder darle esa cosa llamada «alta» y que a mí me hace tanta gracia (¡que mamá es bajita, no alta!).

Y comenzamos el fin de semana. El viernes por la tarde salimos los tres a pasear por el centro de Madrid, aprovechando que los viernes papá llega pronto a casa… ¡me encantan los viernes! Además, papá quería comprarme ropita, así que mejor que mejor, jejejejee. Luego el sábado fuimos a comer a un restaurante de carnes exóticas llamado «La Nova». Yo tomé mi biberón de siempre, pero papá y mamá probaron carnes muy diferentes… la verdad es que tenía todo una pinta impresionante, ¡y cómo olía! Ya tengo ganas de ser mayor sólo para poder probar esas carnes, jejejeje. Y el domingo nos juntamos con unos cuantos amigos tuiteros (esto sí que sé lo que es, porque yo tengo mi Twitter desde hace meses ya!) y fuimos a pasear y a hacer fotos por Madrid: nos encontramos en la Plaza Mayor, fuimos a Sol y desde allí a comer todos juntos (¡mesa enoooorme y yo controlando todo desde mi cochecito!). Luego fuimos paseando por la Gran Vía, cruzamos la Plaza de España y llegamos al Templo de Debod al atardecer. Al rato de estar allí, yo empecé a pedir otro bibi, así que mamá y papá decidieron ir a casa porque todavía hace demasiado frío para darme el bibi por la calle, 😀

El lunes mamá estuvo trabajando en casa, aunque me tuvo todo el rato a su lado para que no me aburriera y como todos los días salimos a dar un paseo por la zona del río. Qué profesional y qué segura sonaba mamá cuando hablaba de trabajo! ¡Ésa es mi mami!. El martes nos levantamos temprano y fuimos a ver una guardería llamada «El Duende Travieso» a la que mamá y papá me quieren llevar dentro de unos meses… La guarde era muy pequeña y algo agobiante para mamá, aunque sólo tenían otro bebé como yo, así que no sé si me llevaran allí o no. Me gustó que al salir de la guarde fuimos paseando hasta el súper, paramos a comprar cuatro cosas (¡y mamá cargó de lo lindo la cesta de mi Stokke Xplory!) y fuimos a la zona del río a pasear. Desde allí, mamá decidió ir a una piscina para niños a preguntar acerca de las clases de «matronatación», o algo así. No sé, yo sólo sé que el sitio me gustó mucho… hay juguetes, dibus, niños y una bañera enooooooorme llena de agua. Tan grande que caben muchos niños como yo a la vez… ¡con lo que me gusta a mí el agua! A ver cuándo me llevan, 😉

Y el miércoles, para terminar la semana, fuimos por la tarde al centro y allí conocí a otro amigo tuitero, Diego (aka, @dllorca) que había venido a Madrid por trabajo (yo eso del trabajo y de las idas y venidas todavía no lo entiendo, pero no pregunto, porque me gusta salir de cachondeo por ahí). Estuvimos con mis amigos Alma, Ernesto y su peque Dani hasta que llegó Diego y finalmente papá. Los mayores estuvieron tomando zumos, menos papá que como le gustan las cosas raras tomó algo verde de estilo japonés (todavía no sé decirlo bien) y Dani se zampó 4 galletonas que tenían una pinta impresionante… ¡yo también quería! Pero me tuve que contentar con mi bibi, claro. Al rato, nos despedimos y nos fuimos a casa, que se acercaba la hora de mi baño (¡sí, con lo que me gusta!), el bibi de la noche y a dormir, para terminar esta séptima semana y comenzar la octava semana de mi vida 🙂

Por cierto, ¡ya peso 5.110gr! Uoh!!!!!

😉