Segunda clase

Ayer por la tarde papá y mamá salieron de casa y volvieron a ir a esa escuela donde fuimos la semana pasada a una clase de preparación al parto.

Si la clase de la semana pasada le gustó mucho a papá (a mamá también, pero menos, que a mí no me pueda engañar y ella no se lo creyó tanto :D), ésta gustó menos a los dos… y es que el Dr. Arcoiris no estaba esta semana, pero sí estaba un Dr. Aburrido que jugó con una pelvis y un bebé de plástico durante media hora, y a mí me daba un poco de cosilla ver cómo cogía al niño ése, porque pensaba en que otro doctor me cogería a mí igual en unos meses… Menos mal que luego mamá me contó que era un muñeco y era de mentira. Y no, tampoco fue divertido, fue aburridísimo. ¡Si hasta a papá se le escapaba la risa de lo aburrido que estaba! 🙂  Yo, sinceramente me dormí, pero he escuchado a papá contar qué hicieron en el curso, así que os lo puedo contar a vosotros. Ahí va:

Primero el Dr. Aburrido les dio una clase de anatomía para explicarles cómo se llamaban todos los huesos de la pelvis y qué hacían para prepararse para el parto (sí, suena hasta interesante, pero parece que no lo fue ya que tanto papá como mamá habían estudiado esos conceptos básicos en la escuela y tampoco dijo mucho más 😀 ). Después les habló de la fecundación y allí sí que papá se tronchó de la risa, porque claro, él decía «si estamos aquí es porque estos conceptos básicos de la fecundación ya los conocemos, no?». Yo sí que no sé mucho de la fecundación (papá me decía que ya me lo explicará dentro de unos años…). El Dr. Aburrido puso un par de fotografías (una para la pelvis, otra para la fecundación) y no paró de señalarlas con un puntero iluminado mientras hablaba cabizbajo durante toda la clase y con eso y un bizcocho, se fue, no sin antes ponernos una versión recortada y poco interesante de un documental de National Geographic sobre el embarazo.

Total, que al salir, mamá dijo lo siguiente: «Yo sé que soy como soy y que a lo mejor soy un poco rarita y no me creo tanto el rollo del Dr. Arcoiris pero… ¿esta clase para qué ha servido?». Papá se volvió a tronchar de la risa y le dio la razón, diciendo que era la típica clase que habían puesto en el curso para «inflarlo». No entiendo muy bien qué significa eso, pero quizá vosotros sí.

¿Lo mejor de todo? Que a la salida del curso, como la semana pasada, nos dimos un paseo y acabamos cenando en un sitio súper-cutre pero buenísimo de Moncloa. La comida que comimos se llama «kebab» (jo, me lo tuve que apuntar, porque cualquiera se acuerda) y dice papá que son los mejores kebabs del mundo. Yo no he probado otros, pero puedo certificar que esos en particular me encantaaaaaaan! Le pedí a mamá uno para mí solo, que yo no quería compartir, pero al final no me dejó y tuvimos que compartirlo, jo 🙁 Cuando sea mayor, yo quiero mis propios kebabs! (¿Se hacen biberones de kebabs?).

😉